25 de junio de 2007

Conclusión de las primeras reuniones

Pueblo, candidatos, promesas, objetivos, realidades, a lo largo de una no tan larga historia en la democracia del Pueblo Argentino, como muchos otros países del mundo ha elegido y aún continúa haciéndolo, a sus representantes, quienes después de arduas campañas consiguen miles de votos que definen el rumbo de toda una Nación.
Ya hemos hablado de la situación actual del país en muchos aspectos. En la última reunión tratamos concretamente otra problemática importante: la crisis en la política y la crisis de representatividad por parte de los electos, y hasta por parte de nosotros mismos.
El clientelismo político es una enfermedad que sufre la sociedad hace ya un tiempo. Es un círculo vicioso que crea una estructura de la que nadie escapa, porque así como el hombre es un ser integral que si enferma de alma posiblemente enferme de cuerpo, la actividad de un país se articula entre hombres, y si hay fallas habrá consecuencias para todos ellos.
El clientelismo político busca poder, y hasta es posible que los involucrados obtengan un par de beneficios.
Se trata de una relación a base de intereses, propios por cierto, una situación que se refleja en la frase “dame eso y yo te doy esto”, haciendo la salvedad de que no es una frase de niños, que poco saben de razón y que sólo se preocupan por satisfacer al ELLO; esta vez será una frase que involucre a más de las dos personas que la viven, y para colmo de males será muy factible que alguno obtenga más provecho que otro. Pero lo que es aun más grave es que ambos personajes ( ojalá fueran sólo dos) entregan con este intercambio su libertad moral y su libertad humana, entregan aquella única libertad que les permite ser felices y totalmente completos.
Después del hecho, el cual tengo la esperanza, nazca de una profunda ignorancia e inconciencia de lo que es condicionar la libertad, otro factor importante a la hora de hablar de clientelismo politico y crisis de representatividad es la concentración del poder. Esto también hace a una Nación esclava e imposibilita que esté presente la justicia. Por esto, teóricamente los poderes deben ser independientes, deben estar divididos, y funcionar de manera autónoma, con el fin de que esta diversidad haga a la riqueza y a la justicia.
Una propuesta ante esta situación es el voto calificado. Esta frase disparadora de múltiples preguntas sería una posible solución.
Ahora, ¿es viable? , ¿ acaso el voto no es universal?, y si se concretara, ¿quién puede y a través de qué parámetros calificar al candidato y a los electores?.
Respondiendo a algunas de estas cuestiones el voto no es universal, sólo pueden votar los mayores de edad y hace sólo unos años las mujeres no podían hacerlo. Con respecto a los mayores de edad, no es una crítica ya que el voto es un acto conciente que precisa de cierta madurez y reflexión , aunque la edad biológica no determina su madurez.
Otra de las dudas es quién podría calificar a los candidatos y a los votantes; sabemos que lo que califique debe ser la moral. Una moral eje que no de lugar al doble discurso ni a la incoherencia, una moral convencida y sabia que sepa distinguir lo bueno de lo malo. Esta sería la máxima garantía para hacer una buena calificación.
Concluyendo, repito que el voto es un acto conciente y que precisa de una gran reflexión, es por esto que cada ciudadano debería preparase moralmente, vivenciando el bien, para elegir el destino de una multitud dejando de lado la mentalidad burguesa, economicista e individualista, para poner en juego el idealismo que seguramente lo acercará a la excelencia y a la felicidad.
Y finalemtne, ¿es posible?. No lo sabemos, pero podemos intentarlo.

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